Sueño lúcido
26 de septiembre 2019
Me encontraba en un sueño común. Aunque en la mayoría de ellos, se
que estoy soñando. Y cuando aparecen determinados objetos, o números, y
determinadas circunstancias, se que tengo que recordarlas al despertarme porque
son significativos, que algo me quieren decir que es importante para mí.
En el sueño caminaba por diversas calles de una ciudad, no la
reconocía como la mía.
Pero acá no es relevante contar el sueño en sí.
En el final de ese sueño estaba en una habitación, que no es la
mía. Era pequeña y tenía una cama con sábanas rosas y la habitación era blanca
con algunos detalles en rosa claro.
Escuchaba que alguien se acercaba, abría un poco la puerta de la
habitación para poder ver quien venía, pero solo veía una luz que se acercaba.
Me metí dentro de la cama y me hice la dormida.
Pero al abrirse la puerta una luz muy fuerte entró y escuchaba que
alguien se acercaba a la cama en ese instante una luz me cubrió.
Al cubrirme esa luz la pude ver, aunque sabía que tenía los ojos
cerrados. Pude ver el rostro de una mujer joven, absolutamente hermosa y
totalmente iluminada. Vestía un vestido celeste claro, con un cinto blanco en
su cintura.
La ternura y el amor que emanaba su mirada. Sus ojos eran de un
mar transparente y apacible.
Sólo podía mirarla, ella acariciaba mi rostro y sentía como una
brisa suave y envolvente se apoderaba de todo mi ser.
Ella se acercó y besó mis mejillas con los besos más dulces que jamás
sentí.
El amor que me transmitía era infinito.
Sentía cada caricia suya como si me acariciasen el alma.
Ella me transmitió:
“Soy tu ángel. Estoy cuidándote.
Siempre estuve a tu lado, desde el principio, y siempre lo estaré.”
En ese instante pensé ¿ángel? ¿existen los ángeles?
Ella me transmitió:
“Existimos desde el principio de los tiempos y los acompañamos en
estas vidas terrenales.
Dios nos envía para cuidarlos y asistirlos.”
Cuando desperté aún seguía viendo esa hermosa luz.
De golpe miré hacia el espejo (grande), que se encuentra al lado
de mi cama y pude ver como ella se iba por allí. Pude verla, tan real y
hermosa, alejarse mirándome con la mirada más dulce y tierna que jamás allá
visto. Su paz y amor que me transmitió penetró hasta lo más profundo de mi ser.
Gracias, Gracias, Gracias a Dios y a este hermoso ángel, que me
permitió vivir esta preciosa y cálida experiencia.
No se que fue, pero sí puedo decir que me dejó
un profundo estado de Paz, y quedó grabado en mí esa intensa mirada de Amor.
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