15 de Febrero 2015
Sueño lúcido
Estoy en un hermoso lugar. Al lado
de un río, que corre cristalino. Puedo ver una cascada, como cae el agua
transparente y juega entre las piedras.
A mi lado se encuentra un ser
hermoso, que me sorprende por su
fisonomía.
Ella se presenta y me dice:
-“Soy un hada, aquí somos muchas
hadas.”
Le sonrío, como pensando que ha
utilizado una metáfora para definirse. Ya que es una mujer pequeña, muy
pequeña. Parece salida de un cuento para niños.
Pequeña, delgada, con cabellos
largos castaño claro, entre los que se dejan ver unas orejas con forma
puntiaguda, ojos grandes almendrados color caramelo, una pequeña y perfecta
nariz, unos labios finos rosados. Con un vestido que comienza en su pecho de color
marrón que parece de terciopelo y enmarca toda su figura, sus pies son muy
pequeños tiene unas zapatillas (como de bailarina clásica) al tono.
Está envuelta en un halo luminoso.
Ella me dice:
-“Bajaré la intensidad de mi luz
para que puedas apreciarme y observar que soy real.”
Al bajar esa luminosidad que
irradiaba, pude observar como alas que tenía en su espalda. Ellas eran
transparentes con cierto toque dorado. Tiene dos alas grandes arriba y otras dos alas más chicas debajo.
Ella me dice:
-“Es cierto lo que te digo, somos
hadas. Acá vivimos. Estas conociendo nuestro lugar. Existimos, somos reales. Somos
de esencia femeninas. Una de nuestros atributos es el de cambiar de forma, sólo
lo hacemos por protección.
Podemos así confundirnos entre los
árboles y sus hojas.
Vivimos en el bosque, adoramos la
naturaleza. Nos gustan los animales y nos encanta el agua del río.
Muy poco frecuentamos a los
humanos. Aunque a mí me gusta acercarme a los humanos, me atrapa su forma de
ser. Y me divierte el volar cerca de ellos y que no me puedan ver.
Cuando veo perdido algún humano en
el bosque lo ayudo a regresar aunque a algunas de nosotras se divierte en
perderlos.
Te invito a que recorramos este
lugar juntas.”
Al instante me toma de la mano,
comenzamos primero a caminar entre un amplio acolchado de hojas secas. Luego
saltamos por entre unas piedras que debajo pasaba el río. Aunque a mi me daba
un poco de temor porque podría ahogarse si caía en el agua. Pero cuando le
decía esto ella se reía y miraba con mucha ternura.
De golpe me dijo vamos a volar por
encima del río, a lo que contesté imposible no vuelo.
Ella me toma de ambas manos y me
dice que confíe que volaremos juntas. Pude ver una inmensa luz que nos envolvía
a ambas y al instante estábamos volando
por encima del río.
Primero como caminando por el agua
y luego arriba, muy alto llegamos hasta la cima de la copa de los árboles y más
alto.
La sensación era fascinante,
hermoso era volar y ver ese paisaje. Pero lo más lindo era la compañía de éste
ser maravilloso.
Ella me dice:
-“Estoy siempre cerca de ti, puedo
verte muy seguido. Y cuido de ti aunque a veces no puedas verme. Estoy contigo
desde que estás en esta Tierra.”
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS INFINITAS
a éste ser maravilloso, a éste HADA DE LUZ y por supuesto al CREADOR, a la
fuente que permite que transite éstas maravillosas experiencias.
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