LA VOZ DE LA TIERRA


Sueño lúcido
9 de Septiembre 2018
Me encuentro acompañada de una mujer que reconozco, ya que en varias oportunidades se ha hecho presente en mis sueños. Y en uno de ellos mi papá me la presentó como una guía. Hasta recuerdo que estaba vestida de manera muy similar a otro sueño en el que me acompañó. Tenía puesto un saco blanco, que parecía de una tela suave y falda blanca. Ella era de contextura mediana, su cabello largo, negro y lacio, sus rasgos podría decir que eran orientales.
Caminábamos por la ciudad, recorríamos varios lugares que son conocidos por mi, pero que al recorrerlos veía algunos cambios en ellos. La ciudad estaba vacía, ni personas ni vehículos, ni un solo ruido se escuchaba allí.
Lugares que ya no estaban, calles más anchas donde antes eran estrechas. Varios cambios notables.
Antes había edificaciones altas y ahora las casas eran pocas y bajas. Uno podía mirar hacia adelante sin que nada interrumpa la visión.
Era mi ciudad, pero bastante cambiada. La miraba a esta mujer y le decía que este sitio era distinto al que yo conocía, ella solo me transmitía que siga caminando.
Ella en un momento tomó mi mano, en ese momento aparecimos en el campo. Volvió a tomar mi mano y estaba en la orilla del mar. Otra vez sucedió lo mismo y caminábamos entre las montañas. Y luego aparecimos otra vez en la ciudad en medio de una gran avenida, sin ninguna edificación a los costados era una ancha y larga muy larga calle.
Comencé en ese instante a escuchar una voz muy potente y fuerte. Miré a todos lados para saber de dónde venía esa voz.
La mujer que estaba a mi lado me transmitía:
“Escúchala desde tu corazón”.
No se porque pero me arrodillé allí en ese cemento que parecía latir. Ese suelo parecía estar vivo abrazándome.
Escuchaba esa potente voz decir:
“Los necesito”.
Reconocía que era la Tierra. Entonces le decía:
“¿A nosotros, pero después de todo lo que te hacemos?
La Tierra decía:
“Los Amo y los necesito”.
Me emocioné al escucharla. Jamás pensé que ella me podría decir esto y transmitirme su sentir tan profundo.
Al vivir en una ciudad y tener nulo contacto con la naturaleza, me parecía imposible poder tener este contacto con ella.
Gracias, Gracias, Gracias a la Tierra y a Dios por permitirme tan hermosa experiencia.
Algo extraño sucedió al levantarme, en mi celular, que al dormirme lo coloco lejos en un cajón de la cómoda, al agarrarlo y estando la pantalla oscura, con el celular apagado, se leía en el medio en blanco “Siempre te doy lo mejor”.



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