14 de Agosto
2017
Sueño lúcido
Me encuentro
junto a mi papá que me transmite por telepatía:
“Pediste
recordar”.
En ese
momento aparecí en un paisaje montañoso con ríos y un intenso verde que
refrescaba la vista. Me encontraba en una comunidad indígena en los Altos del
Perú. Estaba junto a un niño de unos nueve o diez años, con el que jugaba y
también realizábamos tareas cotidianas. La expresión de sus ojos y su hermosa
sonrisa me llenaban el alma.
Sabía que
era la madrina de este niño.
Allí
convivía en una comunidad inca.
Estaba en Cusco.
El colorido de las vestimentas, las danzas y adoración que realizan a la madre
Tierra quedó grabado en mí Ser. Sentía estando allí una real colaboración entre
todos los conformaban esta comunidad.
Eran tiempos
de guerra, muchos huían de esas tierras.
La madre de
este niño se acercó a mí y me dijo:
“Aquí te
dejo a mi hijo, se que lo amas y lo cuidarás con el corazón.
Él te
cuidará cuando seas grande y nunca te hará faltar nada”.
Ella me
abrazó y nuestros cuerpos se unieron en un eterno abrazo. Nos fundimos en una emoción que traspasó todos
los planos.
Ella tenía
que huir de allí, junto a su pareja y otras personas de la comunidad.
Atrás de
ella se hizo presente mi papá, que contemplaba la escena.
Él me
transmite:
“Lazos
fuertes que te unen a estas Tierras, que sentiste al llegar en esta encarnación
aquí”.
Ahora estaba
a solas con mi papá y me transmite por telepatía:
“Venimos de mundos
lejanos. Has estado en momentos muy precisos de este planeta”. Sonriendo
continúa diciéndome:
“Siempre
hiciste cambios de domicilio.
Somos
ciudadanos del cielo”.
Gracias,
Gracias, Gracias a su madre, a este niño, a mi papá y a Dios por permitirme
tener estas hermosas experiencias.
Bendito sea Dios por darme la oportunidad de recordar de esta forma.
Bendito sea Dios por darme la oportunidad de recordar de esta forma.
Al
despertarme y aún con el correr del tiempo todavía puedo sentir el calor de ese
profundo abrazo en mi corazón y en mi piel.
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