Sueño lúcido
13 de Mayo
2017
Me
encontraba en una gran montaña, estaba rodeada de mucha gente. Esa montaña la
cual teníamos que subir a diferentes niveles para poder conocerla. Los niveles
por los cuales teníamos que ascender eran escaleras que estaban realizadas
sobre la piedra de la montaña.
Estaba junto
a mucha gente realizando este recorrido.
Había un
guía el cual nos iba llevando por diferentes sitios. Cada tanto del recorrido
teníamos que subir hacia otro piso, o nivel.
Así subíamos,
ya un poco más arriba éramos pocos. La mayoría había elegido quedarse en los
pisos o sitios anteriores.
Continuábamos
subiendo más arriba los lugares por los que teníamos que ascender eran cada vez
más angosto y el piso era escabroso, y había que introducirse por sitios muy
pequeños cavados dentro de la montaña como túneles para poder seguir el ascenso
hacia el lugar donde queríamos llegar.
En un
momento el guía me solicita un ticket o un pase para poder continuar, le doy un
boleto, era rectangular como de 10 centímetros de largo por 5 de alto y tenía un
dibujo círculos (formado por pétalos) que iban de más grandes a círculos cada
vez más pequeños hasta su centro, en tonalidades del rosa hasta el violeta,
pasando por todas sus gamas.
El guía me
dice que continúe subiendo y él se queda en ese sitio, me pareció esperando a
otras personas.
En ese
entonces me encontraba sola subiendo por esos túneles que parecía de piedra ónix,
era una piedra brillante y lustrosa de un negro que brillaba y parecía tener
destellos azules.
Continué
subiendo por esos lugares cada vez más angostos, túneles en los que solo se
veía los destellos o brillo que emitía esas piedras color negro intenso.
Hasta que
llegué a una especia de cueva o caverna en lo más alto. Al comienzo me era difícil
poder ver ya que venía de transitar un largo tiempo por la oscuridad, al poder
ir acostumbrándome a la luz, vi un gran resplandor. Luego pude ver un gran
fuego que ardía delante de mí. Ese fuego
atraía mi visión, un enorme silencio me rodeaba. Las paredes de ese sitio parecían
formadas por millones de piedritas que reflejaban la luz de ese fuego
iluminándola de una manera especial.
Ahí en lo
más alto rodeada de un extremo silencio se escucho muy fuerte, pero en un tono
cálido y envolvente:
“ADONAI”.
Ese sonido, retumbó
en esa caverna multiplicándose hasta el infinito. Todo mi Ser se estremeció. Me
sentí uno con ese fuego, con esas piedras.
Supe que
estaba allí en presencia de lo que siempre busqué.
Gracias,
Gracias, Gracias a Dios por esta hermosa
y reveladora experiencia.
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