Sueño lúcido
20 De diciembre 2019
Estoy sola en un campo, es de noche. Siento la
brisa en mi cara, estoy sentada debajo de un árbol. No sé si es importante,
pero me veo vestida de azul, una tonalidad clara como azulino y también llevaba
un gorro en ese mismo color, extraño porque jamás utilizo esa prenda.
Al levantar la vista puedo ver en el cielo
varios objetos lumínicos, sus luces son hermosas. El espectáculo era bellísimo,
luces blancas, azules muy brillantes titilaban en el cielo mostrando la figura
redondeada de los mismos.
Me llama la atención uno de ellos es mucho más
grande que los otros y este tiene luces muy potentes blancas y rojas. Ese
objeto volador muy grande se posa frente a mí. No siento temor sino una
atracción especial hacia él. Comienzo a escuchar una voz muy clara que me
invita a ir hacia él.
Escucho abre tus ojos, y ve fuera y mira al
cielo.
En mis sueños, soy consciente de que estoy
soñando.
Por lo que al escuchar esto, sé que si abro mis
ojos y despierto el sueño termina. Pero esa voz que escuchaba insistía en que
vaya fuera y mire al cielo. También quisiera explicar que vivo en la ciudad, en
la capital de mi país Argentina. Y resido en un departamento y que la forma de
ver el cielo es desde mi balcón.
Y en el sueño estaba consciente de que es muy difícil
poder ver una nave en la ciudad.
Ante esta insistencia decidí abrir mis ojos, ir
hacia el comedor y abrir la persiana del balcón, al salir miré al cielo, había
varias estrellas muy brillantes, pero al mismo tiempo pensaba que era absurdo
lo que estaba haciendo. Decidí mirar por última vez antes de volver a mi cama y
allí comenzó la magia. Al mirar una estrella que captaba por completo mi
atención, veo por detrás de ésta una brillante luz roja. Al principio pensé que
podía ser fruto de mi imaginación, así que bajé la vista y luego de un rato
volví a mirarla y la luz roja salió ya por completo detrás de esa estrella y
comenzó a parpadear como contestando lo que estaba pensando, si era cierto eso
que estaba viendo.
Una gran sonrisa se dibujó en mi cara y mi corazón
latía fuerte de emoción. La luz roja enorme y brillante comenzó a ir zigzagueante
y frenética moviéndose frente a mis ojos sorprendidos y felices de poder ver el
espectáculo más hermoso que jamás había presenciado.
Esos minutos fueron preciosos y quedarán
grabados en mi retina para siempre.
Gracias, Gracias, Gracias a Dios y a estos seres
que permitieron que un sueño se haga realidad.
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