12 de marzo 2020
Introducción:
El sueño que relato a continuación fue en el
avión de ida de Argentina a Europa. Es raro poder tener un sueño lúcido en este
tipo de viaje, ya que es muy incómodo poder dormir.
Me gusta viajar, pero en este caso fue muy raro
como elegí los lugares por los que iba a ir, ya que no son lugares
promocionados por agencias, o que aparezcan frecuentemente en imágenes por
internet o televisión. No se cómo los elegí ni por qué.
Sueño lúcido
Estaba en un sitio al aire libre, podía decir
que era un enorme parque, algo que me sorprendió también, es que el pasto o
césped era blanco.
Veía una estatua blanca de buda de dimensiones
impresionantes. Lo que para mí no es común, ya que se muy poco acerca de él, en
verdad casi nada se acerca de esta figura.
Es más sólo conocía una imagen de buda y no la
que apareció en mi sueño.
Lo que al comienzo era una estatua cobró vida.
Él giró su cabeza para mirarme y me sonreía, sentía
como todo mi ser se conmovía con esa enorme y hermosa sonrisa. Sentía como me acariciaba
el alma.
Él me transmitió: “Todo esto que ves aquí es una
metáfora de la vida. Cada una simboliza la vida. Tu vida y la de todos los
seres.
Los lugares que elegiste no fueron al azar. En
cada uno estarán representadas todas y cada una de estas cosas, las cuales
descubrirás que representan y sabrás que toda la ilusión de la vida está contenida
en ellas.”
Veía más atrás del buda, una rueda enorme de la
fortuna. Como dije al principio, en el paisaje predominaba el color blanco.
Había una fuente al costado de la estatua de
buda, una fuente grande blanca, el agua fluía de manera muy bella y armónica,
parecía danzar al son de una suave música que se escuchaba de fondo. Y un río
angosto, pero intenso en su caudal atravesaba esta escena.
El paisaje era absolutamente bellísimo, sé que
estuve ahí, sólo unos minutos, pero en mi percepción fue como si hubiese estado
muchas horas, o quizás días admirando este lugar.
Cada sitio por los que fui pude observar lo que
vi en ese sueño lúcido.
La rueda de la fortuna, la gran fuente de aguas
cristalinas fluyendo armónicamente, el río de caudal intenso atravesando
diferentes ciudades por las que fui, cada una mostrándome una excelente
metáfora de nuestras vidas. Y una de ellas, que me pareció la más importante y
que no es una cosa sino una expresión que cada ser humano llevamos con nosotros, y muchas veces olvidamos practicarla, “la sonrisa”, que me permitió ver más
allá de lo visible.
Esa gran ventana del alma que nos permite conocernos
más allá de los diferentes idiomas.
Porque como sabemos y parafraseando a un gran
escritor, lo esencial es invisible a los ojos. Y ese fue el gran regalo, poder
ver y comprobar a cada paso, ese instante que nos permite captar la esencia del
Ser.
Gracias, Gracias, Gracias a Dios, a Buda, por
permitirme tener estas hermosas enseñanzas.
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