UNA HERMOSA EXPERIENCIA



Sueño lúcido
29 de mayo 2020
Me encontraba en un lugar como una especie de oficina, pero podría decir que de un lugar muy distinto a la Tierra. La habitación irradiaba luz por todos lados, pero no había ningún foco visible de dónde saliera esa luz.
Una mujer me recibía, muy delgada y alta. Ella tenía el cabello recogido, vestía una camisa blanca de mangas largas y una falda larga beige al cuerpo. Parecía algo así como una secretaria.
Al entrar esta mujer me decía (la palabra más exacta sería transmitía):
“Trabaja en las profecías (entendí que se refería al inicio de la historia, de la vida en el universo). Busca desde los comienzos de comienzos hasta hoy.
Encuentra las que pudieran coincidir con el ahora. Compáralas, y busca que diferencias y similitudes hay. Léelas, saca conclusiones. Esa será tu tarea.”
Había en esa habitación una gran mesa blanca, yo me sentaba en una silla allí, y me traían unos enormes libros.
Los libros, podría decir de tapas duras, pero, eran de un material que desconozco, comparable al nácar y con finas hojas, que parecían de seda. Lo extraño es que eran ultralivianos, diría que eran de energía, y podía buscar lo que necesitaba en un instante.
Sabía con sólo tocarlos lo que decían cada una de sus páginas.
También era provista con unos auriculares grandes, de color blanco, similares a los que utilizan acá los DJ (los que pasan música en los boliches). En estos auriculares escuchaba una hermosa música.
Sentí que pasé mucho tiempo en ese sitio, si lo traduzco al tiempo terrestre diría que fueron meses.
Cuando salía de allí, venía un hombre a buscarme. Era de unos treinta años, cabello largo ondulado y castaño, barba, su mirada me abstraía por completo, me trasladaba más allá del tiempo y el espacio. Sí sabía quién era, pero decidí no escribirlo aquí, aunque cada uno puede saberlo dentro de sí.
Él me sonreía y en ese instante aparecimos en una barca en medio de un río hermoso, de aguas transparentes.
El lugar era de una paz absoluta y de una belleza única. Él movía muy despacio el remo sin hacer ningún ruido y se escuchaba sólo el sonido del agua. Tenía una especie de manto colocado en forma transversal color rojo.
Él me transmitía:
“¿Te ha gustado el regalo que te he hecho?
Sabía que se refería al trabajo con esos impresionantes libros.
“Ahora no puedes venir conmigo. Pero, más tarde vendré, y entonces, sí podrás venir conmigo”.
Aún cuando estaba despertando podía ver su mirada en mi retina, jamás se borrará de mi corazón. Era tan especial, de una paz indescriptible y un amor único.
Gracias, Gracias, Gracias a Dios por estas experiencias tan hermosas e imborrables.


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